
“Llévelo usted señorito, que no vale más que un real, cómpreme usted este ramito pa lucirlo en el ojal.” Raquel Meyer, La violetera
. Después de esta cita que solo viene a cuento si se están riendo de uno viene un aviso del editor en donde dice que:
“Existe un sistema alternativo para disfrutar de este libro, que consiste en buscar en cada capítulo el lugar exacto en donde aparece referido el rombo de Michaelis. Visitando la página web www.demichaelisrombo.com pueden encontrarse las soluciones correctas, así como un interesante material multimedia relacionado. Para acceder a dichos contenidos es preciso introducir una clave secreta que sólo podrá ser descifrada leyendo atentamente las páginas que vienen a continuación.”
La web ni existe, ni el material multimedia, ni nada de lo que el editor en su nota promete. ¿De qué vamos señores?. Uno lee un par de relatos y la verdad es que ya la tomadura de pelo es de aúpa. Esto no tiene ni pies ni cabeza. Es una grandísima mierda pinchada en un palo. Los esperpénticos relatos son maaaaalos de solemnidad. Uno esperaba al menos pasar un buen rato descubriendo el juego que se propone de descubrir las palabra clave y el material multimedia en la web de marras, pero nada de nada. Fernandito & editor, meteros el libro por el culo. Lo habéis logrado si era este el objetivo de tanto marketing de postal. Cierro el artículo cagándome en la madre que pario a los mercenarios de la letra impresa, los editores.
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